El calentamiento global provocará la subida del nivel del mar y un aumento de las inundaciones y las sequíasEl físico británico John Houghton adelantó hoy en Tenerife algunas conclusiones del Informe sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, que será

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El Informe sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas del 2001 prevé al menos dos grandes impactos medioambientales debidos a este fenómeno global: el aumento del nivel del mar y la intensificación del ciclo hidrológico mundial. Así lo aseguró hoy, durante la presentación de un resumen de este informe, sir John Houghton, del Departamento de Meteorología del Hadley Centre de Londres. Houghton participó en la jornada de clausura del Congreso internacional sobre "El ciclo solar y el cambio climático", que se celebró a lo largo de esta semana en Tenerife. El Informe tiene como propósito ofrecer valoraciones sobre el cambio climático global y, en especial, sobre la influencia de la actividad humana en este cambio.

El científico británico informó de que las estimaciones en el aumento de la temperatura en el período entre 1990 y 2100 oscilan entre 1°C y 5°C. Para los cerca de 10.000 científicos participantes en el informe, que será publicado a principios del próximo año, esto acarrearía graves consecuencias en amplias zonas del planeta. En concreto, Houghton indicó que el aumento del nivel del mar, "con una estimación de medio metro para el final del siglo XXI", debida a la expansión del nivel del mar y la descongelación de los glaciares, afectará sobre todo a amplias zonas costeras en Bangladesh, el sur de China, Egipto y numerosas islas en los océanos Índico y Pacífico. "Muchos millones de personas –insistió– tendrán que desplazarse de estas regiones, sin contar con los países que tendrán que construir defensas contra el avance del mar".

El segundo de los impactos previstos por el IPCC, cuyas conclusiones definitivas están aún por determinar, se refiere al ciclo hidrológico global (el movimiento continuo a través del cual el agua se evapora de los océanos, lagos y ríos, se condensa y cae en forma de precipitación sobre la tierra y después, o bien vuelve a subir a la atmósfera por evaporación o transpiración, o bien regresa al océano a través de las aguas superficiales o subterráneas). "Un mundo más caliente es también más húmedo –explica el científico- , hay más agua en la atmósfera y, por tanto, llueve más. Podemos concluir que las grandes lluvias serán aún más intensas y que, además, habrá una mayor intensidad y frecuencia de los ciclos de sequías e inundaciones". Para Houghton, este extremo, "y ya hemos podido verlo en África", tendrá graves consecuencias en regiones subtropicales, aunque no sólo en esta zona del planeta.

Consideraciones del Informe

En el IPCC, cuya segunda revisión está prácticamente finalizada, se ha prestado una especial atención la influencia en el cambio climático de la fuerza de la radiación, la simulación del clima del siglo XX, los detalles del ciclo del carbono, los avances en los modelos del clima, la forma de respuesta climática al aumento de los gases de efecto invernadero y la posible mayor influencia de esa fuerza en la circulación del agua en los océanos.

Insistiendo en el tema del congreso, Houghton habló de la contribución en el clima de los cambios de la radiación del Sol. "Ya en el segundo Informe [publicado en 1996] veíamos que cualquier influencia de este fenómeno en el clima será probablemente mucho menor que la debida a la emisión de gases de efecto invernadero". El Sol también interviene, como recoge el resumen del Informe, por medio de otros mecanismos; el ozono de la atmósfera - que varía por las radiaciones ultravioletas procedentes del astro- provoca cambios en la estructura de la estratosfera. También se presume que las variaciones de la radiación solar influyen en la nubosidad, al variar el número de iones que actúan como núcleos de condensación o, lo que es lo mismo, que condensan el vapor de agua y forman nubes por acumulación.

Houghton añadió que, aunque no se conoce muy bien la influencia en la atmósfera de partículas de aerosoles, tanto de origen natural como humano, sí que se estima que su influencia en el cambio climático es mucho menor que la de los gases de efecto invernadero.

Y es que el intercambio de carbono con la biosfera terrestre ha sido un área de especial interés en los últimos años. El ciclo que sigue el carbono en la naturaleza arroja aún numerosas dudas. "¿Se ha comportado la biosfera terrestre como una fuente o como un sumidero de dióxido de carbono?", se preguntó Houghton, quien aportó un dato curioso: "Durante los años ochenta, la vegetación tendió a ser una fuente de CO2, pero en los noventa se ha comportado como un sumidero". Una posible causa se encontraría en el aumento de fertilizantes nitrogenados.

Esta posibilidad lleva a preguntar si ha podido detectarse en los registros de temperatura el efecto de la actividad del hombre en el clima. El experto británico se mostró tajante: "La evaluación de las pruebas sugiere una influencia humana indudable, y muchos estudios tienden cada vez más a reforzar esta conclusión".

Una conclusión extraída de los modelos globales de explicación del clima, que constituyen unas de las mayores dificultades para los meteorólogos. Al respecto, el investigador señaló que los modelos propuestos parecen ajustarse más a la realidad cuando incluyen entre sus variables la influencia del aumento de los gases de efecto invernadero, la acción refrigerante de los aerosoles, las erupciones volcánicas y la fuerza de la radiación del Sol. Sin embargo, ninguno de estos estudios ofrece una exactitud total. "Los modelos son nuestras únicas herramientas para entender el cambio climático, pero en él interviene un gran número de procesos no lineales [cuyas consecuencias no se derivan unívocamente de las causas]". Mostrándose optimista, Houghton aseguró que la realización de estos modelos mejora continuamente, sobre todo, en lo que a la interacción entre atmósfera y océanos se refiere.

Ciencia y política

Las pautas de respuesta del clima no preocupan sólo a los científicos. "Entre los políticos existe una gran demanda de información sobre los cambios en el clima en una escala regional", aseveró este experto. A pesar de las continuas tentativas, los modelos no ofrecen aún demasiada fidelidad. La reacción provocada del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero tampoco es uniforme: "Es mucho más probable que la reacción esté vinculada a grandes pautas de variabilidad climática, como la Oscilación del Atlántico Norte o El Niño. Las sequías e inundaciones que sufren Australia, África y América están relacionadas con estos fenómenos". Como en el caso de El Niño y al respecto de los océanos, Houghton se refirió a la llamada circulación termohalina, es decir, el vínculo que existe entre el cambio climático y la circulación de los océanos.

Como ejemplo, señaló: "En la región del océano Atlántico situada entre Escandinavia y Groenlandia, se produce lo siguiente: el agua, que ha viajado desde las zonas tropicales y ha experimentado una gran evaporación. Es por tanto muy salada y fría, más densa que la media, y tiende así a sumergirse hacia el fondo, conformando una especie de ‘cinta transportadora’ de la corriente submarina que une los océanos del globo transportando el agua fría y la caliente por todos lados". La influencia de esta cadena de acontecimientos sería, en el caso particular del Atlántico norte, un aumento de las precipitaciones.

Ya que el CO2 es el gas de efecto invernadero más importante, el objetivo del IPCC es estabilizar la concentración de este gas, reduciendo sus emisiones desde las fuentes de combustible fósil o aumentando los sumideros que eliminan el dióxido de carbono de la atmósfera. "Aumentando la forestación y evitando la deforestación", en palabras de Houghton, quien mencionó otras medidas, como la reducción del transporte motorizado, la construcción de viviendas de una manera más racional –las llamadas bioclimáticas- y el empleo de energías alternativas –como la solar- . No dudó en ser categórico a la hora de identificar responsables: "Deberían ponerse ya en marcha las resoluciones del Protocolo de Kioto, que obligan a los países europeos a reducir sus emisiones de CO2 en un 8.5% en la atmósfera, y que no han sido ratificadas ni han entrado en vigor. Está precisamente en manos de los gobiernos la aplicación efectiva de las reducciones. Los gobiernos tienen que trabajar - concluyó- con las industrias para crear un marco de desarrollo sostenible". Con una urgencia añadida: la naturaleza empleará mucho tiempo en absorber el dióxido de carbono que, en parte, ha emitido con relativa rapidez el hombre.

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