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En el mundo romano, a la hora de crear una nueva ciudad, un parcelario rural, un campamento, era necesario tener el parabien de los dioses, hecho que se conseguía mediante el rito de fundación. En este ceremonial, entre otras cosa, se marcaba sobre el suelo una figura compuesta por dos líneas que se cortaban perpendicularmente, señalando respectivamente, la linea norte-sur y este-oeste. Estas dos alineaciones marcaban, teóricamente, las direcciones de los dos ejes principales de los trazados romanos: el cardo y el decumano. La realidad es que esa orientación hacia los puntos cardinales se dio en pocas ocasiones; causas simbólicas y rituales, cuestiones prácticas y funcionales, hicieron que a los trazados se les concedieran otras alineaciones. Cómo dibujar en el suelo orientaciones que no siguen los ejes cardinales, y teniendo en cuenta los medios con los que se contaba en ese período histórico es la temática en la que versará este seminario, en donde la descripción de la técnica definida por el agrimensor Nipsius, la varatio, va a ser la base de la explicación a uno de los plausibles procedimientos utilizado para conferir al entramado que se quiera construir, la orientación que se consideró la más adecuada para ese lugar.