Congreso IAU: Astrónomos profesionales y aficionados, unidos por la misma causa

De izquierda a derecha: Aleix Roig, Ignacio Trujillo y Raúl Infante-Sáinz. Credit: Alejandra Rueda Moral (IAC).
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“Cuando Aleix nos envió el primer conjunto de imágenes y abrimos la segunda, había una mancha enorme de luz en mitad de la imagen”, recuerda Raúl Infante-Sáinz, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y uno de los organizadores del congreso de la Unión Astronómica Internacional (IAU) The Realm of the Low Surface Brightness Universe (El reino del Universo de bajo brillo superficial), organizado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en el Aulario Guajara de la Universidad de La Laguna. “Le pedimos que la repitiera porque esa no valía. Cinco minutos después, recibimos una imagen en la que vimos que había cortado por la mitad la chimenea de su casa. Él pensó que alguna fuente de luz se estaba reflejando en ella y entraba en la cámara. Así que, simplemente, cortó la chimenea.”

Aleix Roig es uno de los impulsores del Parc Astronòmic de les Muntanyes de Prades (PAP) y el astrónomo aficionado que ha tomado imágenes de la galaxia M101 durante seis meses, para verificar la capacidad de los telescopios no profesionales a la hora de realizar Ciencia de frontera. Esta colaboración nace a través del podcast de divulgación científica Coffee Break: Señal y Ruido, que difundió la propuesta que el investigador del IAC Ignacio Trujillo hizo durante una charla en la Agrupación Astronómica de Gran Canaria el pasado enero.

“Esta galaxia estaba observable durante solo unas horas cada noche -explica Roig- y, las noches que realmente eran buenas, molestaba mucho que perdiésemos 30 o 40 minutos por el tránsito de la galaxia detrás de una chimenea. Fue la excusa ideal para conseguir más minutos”.

“El proyecto –aclara Infante-Sáinz- consiste en testear o chequear las capacidades que tienen los telescopios amateur para realizar ciencia puntera de bajo brillo superficial observando la galaxia M101 con el telescopio, en este caso, de Aleix Roig.”

“En mi caso –explica Roig- mi función es seguir las indicaciones del equipo de investigación que está utilizando las imágenes para sacar los datos científicos. Estas instrucciones van orientadas, sobre todo, en relación a cómo se toman las imágenes, el encuadre que tengo que hacer, las rotaciones de campo necesarias para cada imagen y las condiciones del cielo. Mientras que las del equipo eran, cada día, realizar el seguimiento de los datos que iba enviando desde casa, para que estuviesen correctos”.

“Las observaciones han durado seis meses, de los cuales habrán sido entre 30 y 40 noches de trabajo”, concreta Roig. Y añade: “Había noches que solo podía tomar 20 minutos de imágenes porque salía la Luna o aparecía una nube. Después ha habido noches muy buenas, en las que hemos podido aprovechar 3 o 4 horas”.

“Nosotros, después, nos encargamos de analizar estos datos y reducirlos de forma profesional –detalla Infante-Sáinz- para ver qué podemos sacar de ellos de cara a hacer Ciencia puntera de bajo brillo superficial”.

La colaboración entre astrónomos profesionales no son nada habituales. “En cierto sentido, por la cantidad de trabajo que requiere”, explica Infante-Sáinz. “Los astrónomos aficionados suelen realizar observaciones más simples. Colocan el telescopio y no llevan a cabo tanto cuidado en la observación, haciendo un desplazamiento correcto y rotando la cámara, lo que después también supone un trabajo en la reducción y en el análisis de los datos, que en este caso hacemos en el IAC”.

Pero trabajar con astrónomos amateurs aporta muchas ventajas. “En este caso -indica Ignacio Trujillo, investigador del IAC y otro de los organizadores del congreso-, la ventaja que tiene el uso de telescopios pequeños es que pueden observar un gran campo. Los telescopios profesionales observan áreas del cielo muy pequeñas. Si quisieses estudiar galaxias cercanas con el Gran Telescopio Canarias (GTC), casi tardarías más tiempo que con un telescopio pequeño que cubriese todo el campo de un único golpe”. Y añade: “El diámetro del telescopio de Aleix es de sólo 8.5 centímetros, pero cubre un gran campo visual de unos 2,25 x 1,7 grados, lo que equivaldría a 5 lunas llenas de diagonal, mientras que el campo que cubre el GTC tiene una diagonal que es un poco inferior a un tercio de la Luna.  En ese sentido, cuando quieres observar cosas que están cercanas y quieres cubrir un campo grande, estos telescopios pequeños son muy competitivos”.

“El resultado que hemos obtenido es que, con una reducción de los datos muy cuidadosa y profesional, llegamos al nivel de los Observatorios profesionales en cuanto a la calidad de la imagen que obtenemos para después analizarla”, resume Infante-Sáinz. A lo que Trujillo añade: “Ha sido un estudio piloto, para ver hasta dónde se pueden llevar los telescopios amateur y, si sirven, explotarlos de forma masiva”.

Tanto Infante-Sáinz como Trujillo están de acuerdo en continuar con las colaboraciones. Y Roig concluye: “Da muchos ánimos ver que los datos y el esfuerzo no solo han valido la pena, sino que abren un camino de colaboración. Por mi parte, estoy muy motivado para seguir sumando datos con este equipo, o con otros equipos de pequeño diámetro, con disposición de tiempo de observación, que es lo importante aquí”.

“Los astrónomos no profesionales –apoya David Valls-Gabaud, del Observatorio de París y otro organizador del congreso- juegan un papel fundamental. Por eso, hay que abolir la barrera que parece existir entre astrónomos profesionales y aficionados y hacer más programas Pro-Am [PROfesionales-AMateurs] en investigación astronómica.”

Más información:

IAU Symposium 355: The Realm of the Low Surface Brightness Universe

International Astronomical Union

(Nota de prensa) Una semana para profundizar en las estructuras “fantasmales” del Universo

(Nota de prensa) El Universo escondido

Episodio 223 de Coffee Break: Señal y Ruido