
El Sol ya no es la piedra al rojo vivo que describiera Anaxágoras. Imaginamos un infierno en su interior y reconocemos la presencia en su superficie de manchas oscuras, que en su momento fueron incompatibles con el principio aristotélico de la perfección de los cuerpos celestes. Se ha aprendido mucho de nuestra estrella desde entonces, pero aún ignoramos cuestiones importantes de la fuente energética del Sistema Solar, nuestra principal fuente de vida. Así lo manifestó Jeffrey R. Kuhn, doctor en Física por la Universidad de Princeton y actualmente profesor del Instituto de Astronomía de la
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