![Amanecer desde el santuario ibérico de El Amarejo (Bonete, Albacete) el equinoccio de otoño de 2004. La foto de la izquierda muestra una vista general de la montaña que domina el horizonte oriental del yacimiento justo en el momento en que aparecen los primeros rayos del Sol. Las tres fotos de la derecha muestran diferentes instantes en la trayectoria solar tangente a la ladera norte de la montaña (el tiempo transcurre de arriba hacia abajo). Fotos: César Esteban. Amanecer desde el santuario ibérico de El Amarejo (Bonete, Albacete) el equinoccio de otoño de 2004. La foto de la izquierda muestra una vista general de la montaña que domina el horizonte oriental del yacimiento justo en el momento en que aparecen los primeros rayos del Sol. Las tres fotos de la derecha muestran diferentes instantes en la trayectoria solar tangente a la ladera norte de la montaña (el tiempo transcurre de arriba hacia abajo). Fotos: César Esteban.](/sites/default/files/styles/crop_square_2_2_to_320px/public/images/blog/Figura_1-1024x574.jpg?h=9f436fd4&itok=3ycfPbxL)
La Astronomía, la Arqueología y lo Intangible
Hubo una vez un arqueólogo que, al abrir una tumba cartaginesa sellada durante más de dos mil años, olió por unos instantes el perfume depositado como ofrenda para el difunto. Una sensación que desapareció para siempre tan pronto como el aire exterior inundó la tumba profanada. Cuando los arqueólogos estudian el pasado suelen hacerlo a partir de restos tangibles que aparecen cuando excavan. Restos materiales que se pueden tocar, medir y analizar en el laboratorio. En mis años de investigación en Arqueoastronomía he tenido la ocasión de conocer a muchos de estos buscadores del pasado y es
César
Esteban López
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