LAS ESTRELLAS DE LA MEMORIA Era una noche templada de invierno. El anciano estaba confuso, intuyendo que, últimamente, andaba despistado; olvidaba lo que acababa de hacer o decir y se pasaba el día buscando cosas que no recordaba dónde había dejado. En un momento de lucidez, pensó en las estrellas; jamás le habían fallado. Salió al balcón para contemplar su constelación favorita y, como tantas otras veces antes, comenzó a recitar, de carrerilla y casi susurrando, nombres de viejas amigas: Betelgeuse, Bellatrix, Alnitak, Alnilam, Mintaka, Saiph y… Incapaz de recordar el último nombre, vacío y

LA TRAMPA Me daba un miedo relativo. Los paparazzi, que le perseguían desde hacía muchos años, habían subido su foto a las redes sociales. Tenía millones de seguidores. Sin duda, era tan misterioso como atractivo y, por fin, se había dejado ver. De mirada seductora y de increíble masa muscular, confieso que me gustaba. Un día, después de un baile estelar, me invitó a entrar en su oscura morada. Desde allí “contemplaríamos juntos el horizonte”, me dijo con gravedad. Pero yo sabía que no debía fiarme de los desconocidos. ¿Y si fuera una trampa y ya no pudiera volver a salir? SOLUCIÓN: El